La obra de Beatriz Fernández transita de la cerámica al lienzo, recorriendo todas las escalas en un constante y fluido ir y venir. Se mueve como una espiral que abandona momentáneamente el barro y los esmaltes para disolverlos sobre el plano en sutiles colores. Ambas labores se complementan. La cerámica de Beatriz ha innovado no solo en la dinámica y formato de sus piezas sino en la aplicación de los esmaltes en infinidad de capas, logrando así resultados sorprendentes; es por eso que la artista aplica este mismo riesgo en su obra bidimensional. Mezcla el azar con el trabajo controlado de estructuras que se disuelven en velos flotantes. Crea espacios imaginarios con simples formas cromáticas y busca profundidad, desarrollándose a través de curvas envolventes, expansión hacia el infinito. Sus manchas son delicadas como el agua de lluvia sobre los cristales, fuertes e intensas como una tormenta. Beatriz es una artista en constante búsqueda, por eso su obra arriesga y avanza.
— Guiomar Mesa —